viernes, 16 de septiembre de 2011

El político español: ese gremlin 'mojao'

El peor cáncer de nuestra democracia son los políticos-gremlin. Y lo argumento: esa necesidad de priorizar el interés del grupo por encima de todas las cosas, hace que en lugar de políticos estemos ante una especie de soldados-orco capaces de hacer cualquier cosa por proteger su marca. En cuanto les echas por encima una gota de crítica, se transforman en voraces y feos bichos. Pues parece que el día en que les dan la placa del PP o el PSOE, les tatúan en el cogote que proteger a su troupe está muy por encima de los ideales, de su propia opinión e, incluso, de los mismísimos ciudadanos.

¡Pero eso ya lo sabíamos!, dirán. Vale, pero conviene subrayarlo y repetirlo hasta que esa masa impredecible que sostiene nuestro país se decida a reaccionar de una vez. Porque, amig@s, nuestra democracia es básicamente una estafa. Votamos a gente para lo que no somos una prioridad.

Un ejemplo muy evidente lo hemos visto esta semana en un vídeo en el que un reportero de La Sexta persigue a miembros del PSOE con imágenes sobre el Toro de La Vega. Blanco, Trinidad, Garmendia, Chaves, Bono... La reacción de todos ellos es exactamente la misma (salvo la de Sinde, que se escaquea al más puro estilo Botella); ante la pregunta sobre qué opinan de las imágenes, uno tras otro contestan exactamente lo mismo: les parece una crueldad.

La siguiente pregunta es qué opinan sobre que el alcalde socialista de Tordesillas contribuya al sanguinario festejo. Y ahí es cuando, como si mojaras a un gremlin, se produce el asombroso y automático fenómeno: se transforman, les brota el acérrimo militante que llevan dentro y salen pitando del brete (algunos, como Elena Valenciano, de forma bastante patética). Da igual cuál sea la cuestión porque tanto en Génova como en Ferraz les dijeron que hay defender lo indefendible si es necesario. Todo vale para arañar el voto de los ciudadanos quienes, a su vez, les importan un carajo. Jamás encontraremos a un buen representante y defensor eficaz de nuestros intereses mientras sigamos votando a políticos que se olvidaron de ser personas.

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